martes, 21 de abril de 2015

LaguNotas Mentales: Sol infame, Chaneque maldito


 
 
 
 
Si me pides que hablemos de vampiros debemos hablar entonces de todas las fuerzas ocultas de la naturaleza, desde las más profundas hasta las más poderosas. Todas unidas en una única y monstruosa forma”.
-Bram Stoker-
Los rayos ultravioleta se cuelan por las orillas de las ventanas, van tostando la piel de la gente, pintura de autos y todo lo que se cruza en su camino. Convierten el asfalto en un comal ardiente. Pareciera que los perros van brincando como chapulines mientras buscan poquita sombra para alivianarse.
Cae la primavera y así, sin decir “agua va”, el termómetro se dispara. Para este martes, miércoles y jueves una racha de 29°C. Para el viernes se pronostica una máxima de 32°C. Me armo de valor, sigo caminando. Voy mentando madres a diestra y siniestra. Embarrado de bloqueador solar de pies a cabeza. La gorra y lentes oscuros como escudos.
Bienaventurados los veladores, las teiboleras y los taxistas del turno nocturno. Bienaventurados aquellos que ya están 7 metros bajo tierra, bienaventurado también Batman y todo aquél que no tiene que sufrir los estragos de los rayos del sol. Es el calor que ya chamuscó el cerebro dentro de mi cráneo, o quién sabe qué onda: 11:11, que el mundo entero se convierta en una pinche movie de Tim Burton y ya, en la sombrita por siempre… vampiros todos.
Pero si Bram Stoker reviviera quién sabe qué pensaría al darse cuenta de que los vampiros ahora aparecen como galanes en las pantallas de cine y manejan autos deportivos, que en los 90’s un luchador se trepaba al cuadrilátero a hacer payasada y media bajo el pseudónimo de “Vampiro Canadiense” y que ahora existe algo llamado Facebook donde cualquier insolente se autobautiza como “Vlad Nosferatu Infernalis”, aunque su nombre real sea Juan Jiménez.
El mito del vampiro de antaño totalmente caricaturizado, rebajado, abaratado, pisoteado. Nada que ver con aquélla escabrosa y ojerosa figura de aliento fétido, uñas largas y piel seca. Bienvenido al siglo XXI. Por más resistencia que yo ponga, las cosas cambian y ni modo.
Caigo en cuenta de que, a pesar de todo esto, aún quedan algunas tenues pinceladas del viejo vampirismo en nuestro día a día. Porque tan vampiro es aquél ebrio aferrado que no para la parranda hasta que ve que el astro rey ya asomó el copete como aquélla cougar que succiona (literalmente) vida del cuerpo de su joven amante. Vampiro es también el chavo-ruco que googlea las listas de popularidad con los hits del momento, evitando así convertirse en polvo y morir escuchando a los Enanitos Verdes y Los Hombres G por toda la eternidad.
Acelero el paso mientras mi cara toma un tono rojizo. Seguramente mañana se despellejará y dos días más tarde volverá a tomar su habitual bronceado de funeraria. Me resigno entonces a ir a la cama noche tras noche viviendo en un mundo en el que el euro y el dólar le escupen al peso en la cara, se nos está acabando el agua, hay crisis ecológica/ambiental y, no conforme con eso, los vampiros aparecen sonrientes hasta en las envolturas de los chicles.

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