-Dicen los viejos
científicos que las líneas evolutivas del humano y el mono se separaron hace 5
millones de años. El hombre continuó su carrera reduciendo el tamaño de sus
extremidades superiores y enderezando su columna hasta que quedó completamente
recta.
Segunda fila,
quinto pupitre. Sólo cinco centímetros separan a Mario de la pantalla de su
celular. Nada más parpadea cuando sus pulgares terminan de escribir el mensaje
de texto que un par de segundos después estará en el celular de Fer, su vecina
de pupitre. Grado de inclinación de su columna: 74°.
-Han pasado 7
millones desde que apareció el primer
antepasado del hombre... el pre-australopithecus. Actualmente nuestros
parientes más cercanos son el chimpancé y el gorila.
Cuarta fila,
sexto pupitre. Andrea no puede despegar la mirada de la revista de moda entre
las adolescentes. Ni los zapatos de la temporada, ni las últimas fotos de
Justin Bieber le permiten enderezarse un poquito.
Si al hombre de
la actualidad le quitáramos los jeans y la camisa qué diferencia tendría con el
chimpancé o el gorila. Realmente no existen grandes diferencias anatómicas
entre uno y otro. Pelos más, pelos menos.
Primera fila,
segundo pupitre. Jaime resiente los efectos de una madrugada entera aferrado al
último nivel de su videojuego favorito. Cae dormido sobre su libro de biología
después de 20 minutos de luchar contra sus cabeceos. Ángulo de inclinación de
su columna: 89°.
Los chimpancés y
el ser humano comparten el 99.4% de la carga genética. Prácticamente somos
idénticos. Si encerráramos a un niño en una jaula llena de monos desde el
momento de su nacimiento, aislado de cualquier contacto con su raza... qué tan
humano sería.
Mario, Andrea y
Jaime no tienen idea de que están en una vertiginosa carrera de regreso a monos
encorvados y peludos.
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